El interés compuesto
Supongamos que le hagan esta pregunta: ¿Qué prefiere? ¿10.000 dolares al día durante 30 días o 1 dolar que se duplica de valor cada día durante 30 días? Aunque aparentemente la primera propuesta suena más atractiva, en realidad obtendríamos más con la segunda alternativa: 5.000.000 dólares en lugar de 300.000 dólares.
Se conoce el interés compuesto como la octava maravilla del mundo porque posee poderes mágicos, como convertir un euro en 5 millones de dólares. La parte interesante del interés compuesto es que se puede aplicar a las inversiones y que nos ayuda a lograr nuestros objetivos financieros, como ahorrar para la jubilación o conseguir la independencia financiera.
Los componentes del interés compuesto
Un euro invertido a una tasa de rentabilidad del 10% generará 1,1 dólar al cabo de un año. Si reinvertimos esos 1,1 dolar a una tasa del 10% conseguiremos 1,21 euros al cabo de otro año. El primer año habremos ganado 0,10 dólar, pero en el segundo la ganancia es de 0,11 doláres. Esto es el interés compuesto en su modo más básico: ganancias generan aún más ganancias. Cuanto más aumentemos la cantidad y el tiempo, mayores serán los beneficios.
El interés compuesto puede calcularse utilizando la siguiente fórmula:
FV = PV (1 + i)^N
Dónde:
FV = Valor Futuro (la cantidad que tendremos en el futuro)
PV = Valor Presente (la cantidad que tenemos hoy en día)
i = Interés (la tasa de rentabilidad o tasa de interés)
N = Número de Años (el tiempo que uno mantenga la inversión)
¿Quién quiere ser millonario?
Como ejercicio entretenido para saber más sobre el interés compuesto, podemos examinar diferentes maneras de convertirse en millonario.
Miremos primero a un par de inversores y cómo han acumulado un millón de dólares.
1. Pedro ahorra 25.000 dólares al año durante 40 años.
2. Antonio empieza con 1 dólar y duplica su dinero cada día durante 20 años.
Aunque muchos preferirían poder ahorrar 25.000 dólares al año como Pedro, para la mayoría es simplemente imposible. En el segundo caso, Antonio utiliza el interés compuesto: invierte tan sólo 1 dólar y consigue una rentabilidad anual del 100% para su patrimonio durante 20 años. La magia del interés compuesto hace que para Antonio sea relativamente fácil conseguir un millón de dólares y además en un tiempo más corto que Pedro. Ahora, también hay que decir que el ejemplo de Antonio es poco realista ya que pocas inversiones pueden ofrecer una rentabilidad del 100% en cualquier año, y menos por supuesto en un periodo de 20 años.
Pequeño truco: Una forma fácil para saber el tiempo que uno necesita para doblar su capital es utilizar la regla del 72. Por ejemplo si quiere saber cuántos años tardaría una inversión que de un 12% anual en duplicarse, divide simplemente 72 por 12… la respuesta en este caso sería aproximadamente 6 años. Lo inverso también es cierto. Si quiere saber qué tasa de rentabilidad debe obtener para doblar su patrimonio en digamos 5 años, divide 72 por 5 y encontrará la respuesta (en este caso en torno al 15%).
El tiempo juega a su favor
Entre los dos extremos que utilizado en nuestra ilustración, el de Pedro y el de Antonio, hay evidentemente muchas situaciones realísticas en las que el interés compuesto ayuda al inversor a conseguir sus objetivos. Una de las claves del interés compuesto es que cuanto antes uno empiece a utilizarlo, antes conseguirá los resultados. ¿Entonces qué está esperando?
Consideremos el caso de otros dos inversores, Marcos y Lucas, que también les gustaría convertirse en millonarios. Supongamos que Marcos ha invertido 2.000 dólares al año, entre sus 24 y 30 años, que consigue una rentabilidad del 12% después de impuestos y que mantiene esa rentabilidad del 12% por año hasta su jubilación a los 65 años.
Supongamos también que Lucas invierte 2.000 dólares al año con la misma rentabilidad, pero que espera a tener 30 años para empezar a invertir aunque lo hace hasta los 65 años, momento en el que se jubila. Al final ambos consiguen tener un patrimonio en el entorno del millón de dólares, pero lo curioso e interesante es que Marcos sólo ha necesitado invertir 12.000 dólares (2.000 dólares durante 6 años) frente a los 72.000 dólares de Lucas (2.000 dólares durante 36 años), es decir seis veces más, simplemente por el hecho de haber empezado seis años más tarde.
Está claro que invertir temprano puede ser tan importante como la cantidad que uno invierte a lo largo de una vida. Por lo tanto, para realmente beneficiarse de la magia del interés compuesto es fundamental empezar a invertir cuanto antes. No podemos insistir más en este hecho. En definitiva, no es tan importante la cantidad con la que uno empieza a invertir sino el tiempo que uno esté invertido.
En nuestro primer ejemplo Pedro tuvo que ahorrar 25.000 dólares al año durante 40 años para alcanzar el millón de euros sin la ayuda del interés compuesto. Marcos y Lucas, por el contrario, han sido capaces de convertirse en millonarios invirtiendo tan sólo 12.000 dólares y 72.000 dólares.