La importancia de los costes nunca se debe subestimar. No solo erosionan el rendimiento, sino que, independientemente de como se comporte el fondo elegido, los tenemos que pagar. De hecho, pagar costes es la única certeza a priori para un inversor. Teniendo esto en cuenta, una forma fácil de maximizar lo que por definición son rendimientos inciertos es minimizar esa certeza.
El creciente mercado de inversiones pasivas en Europa en la última década da fe de cómo los inversores están haciendo precisamente eso. La irrupción de los ETFs en el mercado europeo ha sido fundamental en este sentido. Los ETFs atraen inversores ofreciendo fácil acceso a todo tipo de mercados a un coste significativamente más bajo que los fondos de gestión activa. Una de las claves de su éxito ha sido su estructura de precios única, que no hace distinción entre clientes minoristas e institucionales.
La industria de fondos de gestión activa no tendrá más opción que también reducir costes con el fin de seguir siendo competitiva. O al menos esa es la teoría. Sin embargo, por ahora, reina el escepticismo. Sin embargo, la competencia entre los proveedores de ETF por cuota de mercado ya ha provocado una reacción de reducción de costes por parte de los proveedores de trackers tradicionales. De hecho, se podría afirmar que las primeras batallas de lo que en un futuro podría transformarse en una guerra de comisiones en Europa, se están llevando a cabo en el sector de la inversión pasiva.
Un estudio realizado por Morningstar comparando los costes de invertir en ETFs y trackers tradicionales ha revelado que el ratio de gastos (TER) de los ETF de renta variable ha disminuido de forma progresiva desde 2008. Este descenso se ha producido por la llegada de productos cada vez más baratos en relación a los ETFs de más largo recorrido en el mercado. Por ejemplo, el TER medio de los ETFs que ofrecen exposición a la renta variable large-cap europea ha pasado de 0,40 % a 0,32 % - una caída del 20 %.
Frente a la perspectiva de perder cuota de mercado a favor de los ETFs, los proveedores de trackers tradicionales han respondido mediante la reducción de sus comisiones. El estudio revela que en promedio, el TER se ha reducido de 0,96 % a 0,85 % para clientes minoristas y de 0,40 % a 0,37 % para clientes institucionales.
Esta tendencia ha sido particularmente notable en países donde ha habido cambios en el marco regulatorio, como por ejemplo el Reino Unido. Sin embargo, en términos generales, el estudio revela que un gran número de proveedores de trackers tradicionales siguen cobrando tarifas muy altas, particularmente a clientes minoristas. De hecho, alrededor del 40 % de los trackers tradicionales de renta variable large-cap europea cargan TERs de más de un 1% a clientes minoristas. Claramente, estos niveles de comisión son totalmente injustificables en relación a lo que estos productos ofrecen. Es más, se puede decir sin temor a exagerar, que en algunos países europeos – incluido España – algunos proveedores de trackers tradicionales explotan a sus clientes minoristas. Esto demuestra la falta de conciencia acerca de las comisiones de fondos, a su vez revelando una necesidad imperiosa de educación y de acciones reguladoras para generar un mercado competitivo.
Por lo que respecta a la renta fija, el estudio de Morningstar revela que, en promedio, los TER de los ETF han sufrido un aumento desde 2008. A primera vista, estos resultados contradicen la tendencia observada en los ETF de renta variable. Sin embargo, esta aparente contradicción no lo es tanto cuando se pone en el contexto de las diferentes velocidades en las que los segmentos de renta fija y variable del mercado de ETF se han desarrollado en Europa. Los ETF de renta fija han tenido un arranque tardío, y a pesar de un fuerte crecimiento en los últimos cinco años, siguen muy por detrás en relación a los de renta variable (20% contra 65% del patrimonio total del mercado de ETFs).
Por lo tanto, el aumento en los TER de los ETF de renta fija simplemente refleja la evolución en la sofisticación de la oferta de productos durante el período analizado, desde deuda soberana hacia deuda de mercados corporativos y emergentes, que por definición son más caros. Sin embargo, si la tendencia observada en el segmento de renta variable se toma como modelo, se podría esperar competencia en costes también para el segmento de renta fija en un futuro. Que esto produzca una respuesta de los proveedores de trackers tradicionales no es tan seguro ya que su oferta de renta fija es mínima. De hecho, se puede afirmar que en lo que respecta a la renta fija en Europa, los ETF son la única alternativa pasiva de relevancia a los fondos de gestión activa.
Por supuesto, el TER es solo el coste más visible. Cuando se trata de elegir un ETF - o cualquier otro fondo - es importante considerar otros costes que son menos visibles pero que también se tienen que pagar. En el caso específico de los ETFs, los inversores no deben pasar por alto que son fondos cotizados en bolsa, y, como tal, la compra-venta implica bid/offer spreads y comisiones de brokerage.
En cualquier caso, las presiones a nivel de costes vistas en relación al TER podrían extenderse a otras áreas de la cadena de valor. Por ejemplo, es previsible que los proveedores de ETFs continúen buscando vías para reducir los costes de licencia de índices. Hay que esperar que esos ahorros sean compartidos con los inversores. Los emisores de trackers tradicionales tendrán que seguir recortando sus gastos con el fin de seguir siendo competitivos frente a los ETFs. Y en última instancia, esta competencia de costes en el espacio pasivo podría transmitirse a los fondos de gestión activa para beneficio de todos los inversores en fondos.