Siempre ocurre lo mismo cuando un activo (un sector, un país, una región, una divisa, etc) sufre una caída espectacular. Muchos inversores se preguntan si es el momento incorporar ese activo en cartera aprovechando los “bajos” precios. En la actualidad las miradas de estos inversores más inquietos se centran, lo habrán adivinado, en Rusia y en el sector petrolero.
Honestamente no sé lo qué hará la bolsa de Moscú en los próximos días o las próximas semanas, como tampoco tengo idea si subirán o bajarán los precios del crudo. Pero, ni yo ni nadie. Estaba repasando las previsiones que hicieron las principales gestoras de fondos de inversión a finales del año pasado y nadie había previsto la crisis que está azotando a la divisa y al mercado moscovita. Normal, es lo que se conoce como un cisne negro y no me refiero a “negro” por el color del petróleo sino por la imposibilidad de anticipar un evento como este. Pero para volver a la cuestión planteada al principio, es decir si merece la pena invertir en un fondo de acciones rusas, diría que hay dos consideraciones a tener en cuenta.
La primera de ellas tiene que ver con la sensación, errónea por supuesto, de que es más improbable que se produzca una gran caída tras un importante desplome de las cotizaciones. Si a uno le preguntan cuánto más pueden caer los precios tras un desplome del 80%, intuitivamente tendemos a decir que solo queda un 20% de caída. Pero, evidentemente, eso no es correcto. A una caída del 80% le puede seguir otra caída del 80%. Si los precios caen de 100 a 20 (lo que supone un 80% de caída), bastaría con que sigan cayendo hasta 4 para volver a experimentar una caída adicional del 80%. Por lo tanto el argumento de los “bajos” precios que uno podría esgrimir para invertir en un fondo de renta variable rusa solo existe en la mente del inversor.
La segunda consideración tiene que ver con el rol que pueda tener un fondo de acciones rusas en la cartera de un inversor español cuya divisa es el euro (otra cuestión sería el rol para un inversor ruso). Uno puede perfectamente decidir invertir una pequeña parte de la cartera en un fondo de estas características y esperar a que suba de precio. Pero hay que darse cuenta que el impacto que puede tener esa porción de la cartera va a ser prácticamente insignificante comparado con el efecto del grueso de la cartera.
Supongamos, para ilustrar esto con algunas cifras, que uno decide invertir un 5% de su cartera en un fondo ruso (el resto de la cartera está, por ejemplo, en fondos de RV de la Zona Euro) y supongamos también que el fondo se revaloriza un 20%. Eso supone a nivel de cartera una revalorización de tan sólo el 1%. Basta que el resto de la cartera suba algo más de un 1% para obtener el mismo impacto.
Con este ejemplo quiero indicar que muchas veces el inversor se preocupa más de la parte marginal de su cartera (que en definitiva supondrá una parte muy pequeña de la rentabilidad de esa cartera) que no de la parte central que será la responsable de que al final obtenga un resultado acorde con sus expectativas.