Esto es especialmente así en un mundo en el que el 52% de todas las emisiones de renta fija gubernamental ofrecen una rentabilidad por cupón inferior al 1%, comenta McDonagh: “el entorno de baja rentabilidad es una fuente de problemas, y representa un verdadero reto para los inversores”.
En este contexto, destaca la presencia limitada de la renta fija de mercados emergentes –tanto soberana como privada– en las carteras de los inversores, pese a la remuneración media superior al 5% que ofrece el crédito de estos mercados. Según McDonagh, la percepción de los inversores podría haberse visto afectada por la reciente disparidad de las rentabilidades en el universo emergente.
Así lo demuestran, por ejemplo, los retrocesos experimentados por los bonos soberanos denominados en dólares de Brasil y Venezuela, por ejemplo, que se han enfrentado a obstáculos significativos; en cambio, la deuda pública de países tan diversos como Indonesia, México y Ecuador ha subido. La misma divergencia es aparente en la deuda corporativa denominada en dólares: las empresas de Rusia, Brasil y Ucrania han sufrido, mientras que las de países como China y Emiratos Árabes Unidos han ganado terreno.
En parte, esta divergencia se debe, en parte, a la caída de los precios del petróleo, que ha tenido un efecto desproporcionado sobre aquellos países y compañías del universo emergente que dependen de los ingresos petroleros. Al mismo tiempo, se ha visto exacerbada por la apreciación del dólar, especialmente en el caso de empresas con deuda denominada en dicha divisa.
Para McDonagh, sin embargo, estos obstáculos recientes están lejos de ser un inconveniente: no hacen más que poner de relieve la gran variedad disponible de bonos de mercados emergentes, y la necesidad de adoptar un enfoque selectivo a la hora de invertir. “El saldo vivo de deuda supera los 14 billones de dólares, y no es homogéneo”, afirma. “Existe dispersión de calificaciones, y los inversores deben ser conscientes de la calidad de estos activos”.
El hecho de que empresas incluso relativamente débiles hayan sido capaces de emitir deuda es un efecto del entorno de baja rentabilidad por cupón.
Esto, explica McDonagh, ha elevado el riesgo para los inversores poco críticos. “La represión financiera ha vuelto para hacer daño a la gente”, comenta. “Cuando vemos países como Montenegro emitir bonos a un interés del 4%, desconfiamos de la visión del mercado y nos preguntamos si los inversores están tomando decisiones correctas”.
De cara al futuro, McDonagh es optimista en cuanto a las perspectivas de crecimiento de la economía global, y destaca la mejora del trasfondo macroeconómico.
El descenso de la inflación, por virtud del abaratamiento de la alimentación y los combustibles, ha creado un entorno en el que los bancos centrales pueden relajar sus políticas monetarias –e incluso permitir la devaluación de sus divisas– sin temores significativos de que ello se traduzca en inflación. “La depreciación cambiaria y la relajación de las políticas fiscales deberían tener un efecto macroeconómico positivo en adelante, si bien con cierto retraso”, añade McDonagh. “Debería ser favorable”.
Asimismo, destaca que los países deseosos de estimular el crecimiento recurren, inicialmente, a tres medidas: recortar los tipos de interés de intervención, elevar los estímulos fiscales, y debilitar su divisa. La segunda de estas opciones presenta una dificultad significativa para los países emergentes, que en lugar de ello tienden a concentrarse en aplicar recortes de tipos y en devaluar sus monedas.
“A este último respecto”, matiza McDonagh, “creemos que todavía queda bastante camino por recorrer, pero también anticipamos que los mercados reaccionarán de forma exagerada a medida que las autoridades monetarias recurren de forma creciente a la devaluación cambiaria como herramienta. Existen muchas variables en juego, y esto nos brinda una oportunidad.”
Un cuarto paso crucial es la reforma estructural, un área en la que la estrategia trata de descubrir valor oculto.
Todos los países BRIC, pero especialmente Brasil y China, han experimentado dificultades en este ámbito –explica McDonagh–, pero a pesar de las aparentes ventajas a largo plazo de la aplicación de reformas, pocos países lo han hecho de forma significativa, con la posible excepción de México, Indonesia, la India, y más tarde, China y Brasil. “No obstante, todo apunta a que las reformas están surtiendo efecto”, concluye. “En Europa, por ejemplo, ya podemos ver que los países que implementaron las reformas estructurales más dolorosas están registrando los mayores niveles de crecimiento”.
Colm McDonagh, Director de renta fija emergente en Insight, parte de BNY Mellon
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