Las premisas incorrectas en la planificación de la jubilación son particularmente problemáticas porque hay pocas maneras de corregirlas; gastar menos o trabajar más pueden ser las únicas opciones viables.
En esta serie de artículos analizaremos algunas de estas premisas comunes – y peligrosas – que las personas hacen cuando planifican su jubilación, así como los pasos que hay que seguir para evitarlas.
Premisa 1: “La rentabilidad de las acciones y de los bonos será positiva”
La mayoría de asesores le piden que estime qué rentabilidad ofrecerá su cartera durante el tiempo que la mantenga. Puede ser tentador estimar al alza para intentar evitar elecciones duras como atrasar la jubilación o gastar menos, pero piense dos veces cuando lo haga.
Para ser justos, las rentabilidades de las acciones a muy largo plazo han sido bastante sólidas. El S&P500 generó una rentabilidad anualizada de alrededor el 10% en el período de 100 años de 1915 hasta finales del año pasado, y la rentabilidad durante los últimos 20 años han sido similares. Pero ha habido determinados períodos en el mercado en los que la rentabilidad ha sido mucho menor; en la década que acabó en 2009, por ejemplo, la llamada ‘década perdida’, el S&P500 obtuvo una rentabilidad negativa (en dólares) en una base anualizada.
El motivo de la debilidad de las acciones durante ese plazo es que estaban caras en el principio del periodo en el año 2000, desde el principio del período. Los precios actuales de las acciones no están a esos nivele. El ratio de Shiller P/E, que ajusta factores cíclicos, actualmente se encuentra en 24, en comparación con su media histórica de 17.
El precio objetivo de Morningstar para las compañías del universo cubierto no es tan preocupante. Se sitúa en un 0,87 lo que quiere decir que la media de los valores está infravalorada en comparación con la estimación de valor intrínseco o precio objetivo de nuestros analistas.
¿Qué hacer?
Estas métricas de valoración sugieren que los inversores prudentes deberían rebajar sus perspectivas de rentabilidad a largo plazo. Una rentabilidad estimada inferior al 10% es algo bastante más realista.
Los inversores tendrán que ser incluso más conservadores cuando se trate de prever la rentabilidad de la parte de renta fija de sus carteras. Históricamente el rendimiento de los bonos (el cupón de las obligaciones a 10 años) ha sido una buena medida para prever la rentabilidad de la renta fija en la próxima década, y actualmente ese rendimiento es bastante pobre, por debajo del 2%.