Por tercera vez en cinco años, el mundo se enfrenta a otra crisis alimentaria, ya que la peor sequía de EE.UU. en 50 años está llevando los precios de algunas materias primas agrícolas como el maíz y la soja hasta nuevos máximos históricos. Aparte de las condiciones climatológicas desfavorables que han provocado alteraciones en la oferta, existen importantes factores a largo plazo que están actuando en la demanda y hacen que la oferta sea más susceptible de sufrir perturbaciones.
Bajo estas líneas, abordamos los posibles efectos económicos a corto plazo de la reciente escalada de los alimentos y sus perspectivas a largo plazo en un contexto de crecimiento de la población mundial, cambios en la dieta en los países en vías de desarrollo y descenso de la tierra cultivable. También hablamos de algunos posibles beneficiarios desde el punto de vista de la inversión a medida que las empresas de todo el mundo vayan respondiendo ante estos desafíos.
En pocas palabras:
Los precios de las materias primas agrícolas tienden de nuevo al alza. Así, la soja y el maíz han marcado recientemente nuevos máximos históricos y el trigo también ha subido con fuerza.
El importante sector agrícola de EE.UU. está siendo golpeado por la peor sequía de los últimos 50 años. Ahora que se ha reducido el volumen de maíz disponible para alimentación, muchos están culpando de la situación a las leyes estadounidenses, que desvían grandes cantidades de este cereal para producir biocombustibles.
Las escaladas de los precios de los alimentos limitan la capacidad de los consumidores para gastar en otros artículos, especialmente en los mercados emergentes, y reducen el margen que tienen los bancos centrales para estimular la economía por miedo a avivar la inflación.
Aparte de factores meteorológicos, varias son las importantes fuerzas estructurales que están actuando e impulsando la demanda de alimentos que se producen mediante agricultura intensiva.
El crecimiento económico y el aumento de la riqueza en los países en vías de desarrollo está espoleando la demanda de carne y lácteos.
La necesidad de producir más alimentos, especialmente carne, tiene un efecto multiplicador sobre la demanda de cereales.
Tras años de inversión insuficiente en cultivos y de descensos en la cantidad de tierra cultivable, estamos viendo un interés renovado por aumentar los rendimientos a través de fertilizantes.
Existen diversas oportunidades de inversión en valores que se perfilan como parte de la solución para los retos alimentarios del mundo.
Conclusión
Los patrones climatológicos cada vez más inusuales que repercuten en la oferta y el crecimiento de la población mundial, combinados con los cambios en las preferencias de la demanda, sugieren claramente que las crisis alimentarias de los últimos años probablemente serán un hecho recurrente. Como ya ha advertido en repetidas ocasiones la ONU, cabe esperar un aumento general de los precios de los alimentos en el futuro. La forma en que el mundo responda a estos desafíos será un aspecto de gran relevancia, y los inversores tienen un papel que desempeñar invirtiendo y financiando a aquellas empresas que ayudan a solucionar estos importantes retos.
Fuente: Fidelity Worldwide Investment
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